La fundación del Nuevo Teatro, en Santo Domingo (República Dominicana), en 1969, marcó el intento por introducir en el moderno teatro dominicano un tipo de actuación realista de bases stanislavskianas. Una de las compañías más influyentes de la historia del país, el Nuevo Teatro, formó a una generación de actores y estudiantes de interpretación y fue dirigido por Rafael Villalona, que estudió en la antigua Unión Soviética. El grupo contó entre sus colaboradores con las actrices Delta Soto y María Castillo, y llegó a tener su propia sala de teatro en el año 1988, un espacio que existió por pocos años. Entre sus puestas en escena están Los ojos grises del ahorcado (de Rafael Añes Bergés), de 1969, y La guerrita de Rosendo (del venezolano Gilberto Pinto), de 1984. La actuación pedagógica de Rafael Villalona fue importante en las décadas de 1970 y 1980, trabajo al que le dio continuidad, incluso luego de la disolución del Nuevo Teatro, a comienzos de los años 90.