El surgimiento de Rigoberta Menchú Tum en la vida pública de una sociedad racista y excluyente como la de Guatemala no es tan sólo un hecho simbólico. Es la expresión de un hecho cultural y político sin precedentes, ya que se trata de un personaje que resume, en su condición de mujer, indígena y campesina pobre, los rasgos radicalmente marginales de una sociedad atrasada.
Nació el 9 de enero de 1959, en la aldea de Chimel, región de Quiche. Analfabeta hasta los doce años, trabajó en la agricultura y después como empleada doméstica. Su biografía resume el drama de la violencia guatemalteca. Su hermano, Patricio, fue secuestrado en 1979 por el Ejército y no apareció más; su padre, Vicente Menchú, falleció en el incendio de la embajada de España, en enero de 1980; su madre, Juana Tum también fue secuestrada en 1980 y su hermano menor, Víctor, fue asesinado en 1983 por el Ejército.
En 1981, Rigoberta Menchú se exilió, visitó varios países y, en 1985, publicó un testimonio personal en París: Me llamo Rigoberta Menchú y así nació mi conciencia . Desarrolló una intensa actividad en defensa de los pueblos indígenas y, en 1992, ganó el Premio Nobel de la Paz. Gracias a su trabajo, recibió reconocimiento mundial y varios doctorados honoris causa. En 1993 fue elegida por las Naciones Unidas como Embajadora de Buena Voluntad para el Año Internacional de los Pueblos Indígenas. Actualmente es promotora de la Década Internacional de los Pueblos Indígenas, por mandato de la Asamblea General, y asesora personal del director general de la Unesco. Realiza una extensa actividad cívica en Guatemala, donde es citada como presidenciable.