El estilo de los programas humorísticos exhibidos en la televisión brasileña a partir de los años 90 bien puede atribuirse a la aventura teatral de Asdrúbal Trouxe o Trombone (1974-1984) por los escenarios de Río de Janeiro y de otros estados. Basta nombrar a dos actores del equipo, Regina Casé y Luiz Fernando Guimarães, luego consagrados en la TV. No se trataba de un grupo o una compañía sino de un equipo de comediantes, tal como prefiere recordarlo Hamilton Vaz Pereira, coordinador principal de un proyecto basado en la creación colectiva y quien dirigía y acababa la forma final de la dramaturgia de los cinco espectáculos que componían el repertorio.
La sonoridad y el nonsense del nombre corroboran el espíritu de una época marcada por el llamado “desbunde” [impacto]. En efecto, Asdrúbal Trouxe o Trombone representó el proyecto de un conjunto de jóvenes artistas locos, nadadores de fondo contra la corriente de politización abierta por los artistas surgidos durante el régimen militar.
En la publicación en forma de libro de la tercera obra del Asdrúbal, Trate-me leão (1977), lanzada en 2005, Hamilton Vaz Pereira escribió:
Para mi alegría, lejos de los grupos y las producciones que se proclamaban como “portavoces del pueblo” o que pretendían ofrecer al pueblo “lo que el pueblo desea”, nuestra troupe decide participar en el mundo hablando del propio ombligo, de sus miedos y alegrías, ansiedades y ambiciones, delicias y angustias, problemas y soluciones.
Resulta una paradoja el hecho de que Asdrúbal iniciara sus actividades con dos clásicos de la dramaturgia universal: El inspector general (1974), del ruso Nikolai Gogol, y Ubu rei (1975), del francés Alfred Jarry. Tanto la primera pieza, una comedia realista leída a la luz de los juegos infantiles, como la segunda, precursora del Teatro del Absurdo y plagada de números circenses, fueron adaptadas al universo cotidiano de aquella juventud carioca que componía el colectivo.
La improvisación y la obra abierta se tornaron técnicas recurrentes a partir de Trate-me leão, que consagró la singularidad del equipo. Los integrantes se volvieron hacia sí mismos, en un proceso de jornadas personales reveladores del conjunto. Entre ellos se encontraban Casé, Guimarães, Patrícia Travassos, Perfeito Fortuna, Fábio Junqueira, Evandro Mesquita y Nina de Pádua. Varios de ellos desarrollaban su carrera paralelamente en la televisión y el show business, antropofagia pop que los espectáculos del grupo ponían en escena mediante referencias en la banda de sonido y los elementos de los decorados. Aquela coisa toda (1980) también se basaba en un lenguaje metateatral, que mostraba a un grupo de artistas que viajaba por el país en busca de sí mismo. En A farra da Terra (1983) se tematizó el deseo de conocer el mundo a través de la mirada de los personajes con los que el equipo se identificaba. Esta última obra mostró un Vaz Pereira con un mayor dominio autoral y del proceso creativo y, tal vez por eso, distanciado de la tendencia anárquica característica de Asdrúbal hasta entonces.