Albizu Campos, Pedro

Albizu Campos, Pedro

Ponce, 1891-San Juan (Puerto Rico), 1965

Pedro Albizu Campos fue el líder nacionalista más influyente del siglo XX en Puerto Rico y uno de los símbolos antiimperialistas de América. Hijo de madre soltera y negra, descendiente de emigrados venezolanos de origen vasco pertenecientes a la aristocracia del azúcar, nació y se crió en el barrio Tenerías de Ponce, un sector muy pobre, fundado por esclavos libertos. En 1912 ingresó en la Universidad de Vermont para estudiar ingeniería agrícola gracias a una beca concedida por la Casa Masónica Aurora de su ciudad natal. Al año siguiente, se trasladó a la Universidad de Harvard, donde terminó un bachillerato en Filosofía y Letras, una graduación en Ingeniería Química y, más adelante, se graduó en Derecho.

Albizu Campus cuando se alistó en el ejército norteamericano (Puerto Rican Institute of Culture/www.icp.gobierno.pr)

Durante sus años en Harvard fue desarrollando su postura antiimperialista. Dictó conferencias sobre el colonialismo en Puerto Rico, la inmigración latina en los Estados Unidos y la situación de los negros en el continente. Al mismo tiempo se inscribió voluntariamente en la escuela militar del ROTC, y en el Ejército de los Estados Unidos para la Primera Guerra Mundial. Sus años en Harvard constituyeron una experiencia formativa en distintos aspectos que cimentaron su pensamiento político: la soberanía puertorriqueña sería alcanzada mediante una exigencia –no una petición–, lo que implicaba, de ser necesaria, la lucha armada. Este pensamiento se nutrió también de su activismo dentro de los movimientos por la descolonización de la India e Irlanda. Contrajo matrimonio con Laura Meneses, peruana, que también estudiaba Derecho en Harvard. A pesar de sus logros académicos, no aceptó las prestigiosas posiciones legales que le ofrecieron, y comenzó su trabajo como abogado en una pequeña oficina en Ponce al servicio de los pobres.

Al regresar a Puerto Rico, se inició en la vida política como miembro del Partido Unión. En 1924 se produjo un quiebre interno en el partido, y la disidencia fundó el Partido Nacionalista (PN), del cual Albizu Campos fue electo vicepresidente. Entre 1927 y 1930 viajó a la República DominicanaHaitíCubaMéxicoPerú y Venezuela propagando su tesis de que la independencia de Puerto Rico era medular para la lucha continental antiimperialista. Para la intelectualidad latinoamericana progresista, representó la lucha de Puerto Rico por retener su carácter hispano frente al poderoso “coloso del norte”.

A su regreso, fue designado presidente del PN y se lanzó a una intensa campaña por todo el país. Sus discursos –algunos de los cuales han sido publicados póstumamente– eran muy escuchados en las transmisiones radiales. Para la dignidad del puertorriqueño ante los vejámenes de la política colonial, su verticalidad era muy admirada, y se resumía en su consigna “¡La patria es valor y sacrificio!” Según señaló el estudioso Arcadio Díaz Quiñones:

[…] en tono apocalíptico, Albizu postuló la transfiguración mística y heroica de la patria, que se traducía en la vanguardia militar […] de los Cadetes de la República (cuerpo que fundó como brazo armado del PN en 1931). Pero ello resultaba inaceptable para los puertorriqueños que querían soluciones negociadas, deseaban fortalecer la sociedad civil, y le temían a las consecuencias de la militarización.

El PN sufrió un rotundo fracaso en las elecciones de 1932, e intensificó su campaña en pro del enfrentamiento militar “purificador”.

En 1934, los trabajadores cañeros escenificaron la primera gran huelga, que en el sindicalismo estadounidense se denomina wildcat, es decir, salvaje, al margen o en oposición a sus propias estructuras sindicales. Albizu Campos fue llamado por los trabajadores para dirigirse a los huelguistas. El nacionalismo alcanzaba su máxima expresión masiva; pero la concepción albizuista del PN como “organización militar al rescate de la patria”, con un liderazgo caudillista autoritario, no permitió que se consolidara aquel acercamiento con las luchas salariales obreras. Los trabajadores se negaron a aceptar el liderazgo pequeño burgués “intachable” que Albizu Campos pretendió imponerles. Además, heredero de una rica tradición socialista, el movimiento obrero propulsaba desde principios del siglo XX la ampliación social de la democracia –incluyendo luchas contra el racismo y el sexismo, especialmente porque uno de sus sectores principales lo constituían las despalilladoras de tabaco–, y defendía la modernidad de la educación racional frente a lo que llamaba “los cuatro siglos de ignorancia y servidumbre del colonialismo español”. Frente a esas concepciones, la apología albizuista antiamericana de la España católica e imperial resultaba inaceptable, así como también su propuesta para una arcaica separación de los sexos en la educación. (El Programa del PN consideraba “la escuela bisexual como una importación norteamericana inaceptable”.)

El PN apeló sobre todo a una pequeña burguesía en doloroso proceso de proletarización y a estudiantes universitarios. Luego de varios encuentros desesperados entre nacionalistas y la policía, que dejaron el saldo de varios muertos, fue encarcelado por cargos de “conspiración armada para derrocar al gobierno de los Estados Unidos” y condenado, en 1937, a diez años de prisión en Atlanta.

A su regreso a la isla, ampliamente celebrado en 1947, encontró un Puerto Rico muy cambiado: en franco camino hacia el progreso económico y el mayor desarrollo de un gobierno propio, liderado por el populismo de Luis Muñoz Marín. El ex prisionero condenó las nuevas formas del colonialismo y continuó su lucha militarista por la “redención” de la Patria. En 1950, el PN llamó la atención mundial con un levantamiento armado (prontamente sofocado) en Puerto Rico y un atentado contra la vida del presidente de los Estados Unidos Harry Truman en Washington. Albizu Campos fue nuevamente arrestado y condenado a 53 años de prisión.

Su salud se deterioró mucho en la cárcel y alegaba ser víctima de torturas. Por esa razón, en 1953 recibió el indulto del gobernador Muñoz Marín. Pero al año siguiente, militantes del PN bajo su conducción dispararon contra varios miembros de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos en Washington, y volvió a prisión, donde enfermó en repetidas ocasiones. Por su delicada salud, Muñoz Marín lo indultó nuevamente en 1964. Albizu Campos murió al año siguiente, y recibió un entierro apoteósico.

El colonialismo engendró numerosas contradicciones. Aunque la política militarista intransigente del PN haya sido siempre ampliamente rechazada en Puerto Rico, Albizu Campos es recordado como una especie de santo laico; como señaló Díaz Quiñones, “con su martirio, canonización, liturgia, textos sagrados, fanáticos y herejes”. El antropólogo Ramón López atestiguó con cuánta frecuencia la imagen de Albizu Campos estuvo presente en el espacio sagrado de los altares caseros “católicos y espiritistas”, sobre todo de los puertorriqueños de la diáspora. Frente a un colonialismo capitalista tan poderoso, los puertorriqueños han desarrollado “el arte de bregar”, las posibilidades de la lucha oblicua. Con la política “se brega”; pero la canonización secular de Albizu Campos ejemplifica que con ciertos asuntos medulares de la identidad, como la nacionalidad, constantemente retrabajándose y reconstituyéndose, el arte de bregar indica que ¡con eso no se brega!

por admin publicado 31/08/2016 12:02, Conteúdo atualizado em 02/06/2017 09:12