Teatro Circular de Montevideo

El Teatro Circular fue inaugurado el 16 de diciembre de 1954, en Montevideo (Uruguay) , con un programa que reunía tres obras de un acto: Feliz viaje, de Thornton Wilder; Un día estupendo, de Emile Mazaud, y Cómo le mintió él al marido de ella, de Bernard Shaw. Fueron dirigidas por Eduardo Malet, creador de un emprendimiento artístico que implicaba, además de la construcción de un edificio dedicado a las artes escénicas, la creación de un grupo independiente, en sintonía con las innovaciones del lenguaje teatral. La platea de la nueva sala de espectáculos se construyó en forma circular, con el objetivo de “destruir el mito del teatro frontal”, propuesta que revolucionó las artes escénicas en Uruguay.

En la primera etapa del grupo, Eduardo Malet estuvo acompañado por Gloria Levy, María Villanueva, Salomón Melamed, José Sosa, Manuel Campos y Hugo Maza, su hermano, a quien Malet consideraba el alma del Teatro Circular de Montevideo. Con la puesta de El caso de Isabel Collins, de Elsa Shelley, en 1956, y Rencor hacia el pasado, de J. Osborne, en 1960, ambas a cargo de Hugo Maza, el grupo se afirmó como una referencia en el país. Según la crítica de la época, el Teatro Circular de Montevideo acertaba al “aventurarse
en un teatro dirigido al espectador de hoy, un teatro sin amabilidades, pero con algo actual y urgente que decir”. Mantenerse en esa línea implicó establecer siete principios que en 1963 fueron aprobados por la Federación Uruguaya de Teatros Independientes: independencia, teatro de arte, teatro nacional, teatro popular, organización democrática, intercambio cultural y militancia.

Con la dictadura militar , el Teatro Circular de Montevideo fue sometido a una dura prueba. Sin embargo, una sagaz estrategia en materia de repertorio le permitió al grupo ejercer el doble papel de caja de resonancia de las inquietudes del pueblo sometido y de polo de resistencia frente a la represión, sin descuidar la exigencia estética de su nivel artístico. Son de ese período las puestas en escena de Operación masacre, de Rodolfo Walsh­ (1973), que expuso los excesos de la represión, y abundantes dosis de Bertolt Brecht con Los días de la Comuna de París y Los fusiles de la Patria vieja (Los fusiles de la Señora Carrar) , entre otras. Esa doble táctica de moderación y confrontación permitió al público captar las sutiles entrelíneas que reflejaban la realidad imperante en espectáculos como Los comediantes, de Rein y Curi, que critica el papel de los censores; Babilonia, de Discépolo, sobre las diferencias de clase; Emigrados, de Mrozek, que trata de las persecuciones ideológicas y sindicales; Tirano Banderas, de Valle Inclán, sobre el ejercicio despótico del poder, por nombrar algunos ejemplos de las muchas maneras de resistencia que el Teatro Circular utiliza.

Además de su actuación artística, el grupo mantiene desde 1968 una Escuela de Arte Dramático que ya formó siete generaciones de artistas, los cuales han ingresado en el movimiento teatral del país. Los autores nacionales también figuran entre las prioridades del grupo, convocados por medio de concursos de arte dramático, de donde surgieron nuevos nombres de la dramaturgia como Alvaro Dell’Acqua y Gabriel Calderón.

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por admin Conteúdo atualizado em 10/05/2017 16:51