Objetivos del Milenio

Fijados en el año 2000 por 191 países miembros de las Naciones Unidas, los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio se traducen en dieciocho metas específicas a ser medidas por 48 índices. Esas metas se deberán cumplir hasta el año 2015 y tienen como referencia los niveles de 1990. Los objetivos y las metas correspondientes son los siguientes:

Obetivo 1 : Erradicar la pobreza extrema y el hambre. De acuerdo con las Metas 1 y 2, el número de personas que padecen hambre y tienen ingresos inferiores a 1 dólar PCC (paridad del poder de compra, lo que elimina la diferencia de precios entre los países) por día debe ser reducido a la mitad antes del año 2015.

Objetivo 2 : Asegurar la enseñanza primaria universal. De acuerdo con la Meta 3, antes del año 2015 todos los niños deberán tener acceso a un ciclo de Enseñanza Primaria.

Objetivo 3 : Promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer. La Meta 4 prevé que se eliminen las desigualdades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria, preferentemente antes del año 2005, y en todos los niveles de enseñanza antes de fines del 2015.

Objetivo 4 : Reducir la mortalidad infantil. La Meta 5 tiende a reducir en dos tercios la mortalidad de niños menores de 5 años antes del año 2015.

Objetivo 5 : Mejorar la salud materna. La Meta 6 establece que antes del año 2015 la tasa de mortalidad materna deberá descender un 75%.

Objetivo 6 : Combatir el VIH/sida, la malaria y otras enfermedades graves. Meta 7: antes del año 2015 deberá haberse detenido y comenzado a revertir la propagación del VIH/sida. Meta 8: antes del año 2015 deberá haberse detenido y comenzado a revertir la propagación de la malaria y de otras enfermedades.

Objetivo 7 : Garantizar la sustentabilidad del medio ambiente. Para tal fin, antes del año 2015 se deberán integrar los principios del desarrollo sustentable a las políticas y programas nacionales y se deberá revertir la pérdida de recursos ambientales (Meta 9) y reducir a la mitad el porcentaje de personas sin acceso sustentable al agua potable (Meta 10). Y, antes del año 2020, se deberá haber alcanzado una mejora considerable en la vida de los residentes en viviendas precarias (Meta 11).

Objetivo 8 : Fomentar una asociación mundial para el desarrollo. Con tal fin, la Meta 12 propone desarrollar, aún más, un sistema comercial y financiero abierto, basado en normas, previsible y no discriminatorio, que incluya un compromiso de buena gobernabilidad y reducción de la pobreza; las Metas 13 y 15 se refieren a la asistencia para el desarrollo y el pago de la deuda; la Meta 14 se enfoca en el caso especial del desarrollo de los países sin litoral y de los pequeños Estados insulares; la Meta 16 aborda la necesidad de asegurarles a los jóvenes un empleo digno y productivo; las Metas 17 y 18 estimulan el apoyo de la iniciativa privada para obtener medicamentos de bajo costo y el acceso a nuevas tecnologías, en especial a las tecnologías de la información y las comunicaciones, para los habitantes de los países en vías de desarrollo.

Referencias

En la gran mayoría de los casos, los objetivos y las metas del milenio son sólo parámetros que sirven como referencia parcial, sin ningún tipo de orientación o recomendación de políticas.

En realidad, desde la publicación de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre por las Naciones Unidas, aun en la primera mitad del siglo XX, diversos organismos internacionales hicieron innumerables declaraciones de intenciones cada década, y el horizonte de cumplimiento de las mismas parece cada vez más lejano. La desigualdad social no hizo más que aumentar, al igual que sus manifestaciones más extremas de miseria, hambre, abandono y enfermedad. La distancia entre ricos y pobres se profundizó entre regiones, entre países y entre clases y grupos sociales.

La Cumbre Mundial de la ONU, realizada en septiembre de 2005 en Nueva York, preveía, en su agenda, la evaluación del progreso de los países en el cumplimiento de las metas del Milenio. Sin embargo, estudios publicados por organismos de la misma ONU ya demostraban que el de­sempeño de América Latina estaba lejos de ser satisfactorio.

Fue el caso del informe elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), presentado en agosto de 2005 en la Ciudad de México. El documento afirmaba que América Latina y el Caribe difícilmente lograrían alcanzar la meta de reducir a la mitad la pobreza extrema hasta el año 2015. De los 500 millones de habitantes de la región, cerca de 222 millones estaban en condiciones de pobreza (vivían con menos de dos dólares diarios), el equivalente al 43% de la población total. Había 96 millones de latinoamericanos que vivían con menos de un dólar por día, situación considerada por el Banco Mundial como de indigencia (o pobreza extrema). Es decir, el 18,6% de los habitantes no tenían recursos suficientes ni siquiera para comer.

El estudio de la CEPAL constató un aspecto obvio, aunque no siempre explicitado o suficientemente destacado en los informes internacionales: la pobreza extrema no se debe solamente al bajo crecimiento económico, sino también, y principalmente, a la mala distribución del ingreso. La región despuntaba como la más desigual del mundo cuando se verificaba el acentuado contraste entre la participación en el ingreso del 5% más rico y del 5% más pobre. El relevamiento sobre las familias indicaba que el 20% más pobre sólo tenía acceso al 2,2% de la riqueza (Bolivia) y al 8,8% (Uruguay), mientras que las más ricas se apropiaban desde el 41,8% (Uruguay) hasta el 62,4% (Brasil). Uruguay registró la distribución más equilibrada: allí, la participación de los más ricos no pasaba de cinco veces más que la del 5% más pobre. En Brasil y en Bolivia, la relación de la participación de ambos sectores llegaba a 20 y 26 veces, respectivamente.

Otro documento divulgado en agosto de 2005 por las Naciones Unidas, el Informe sobre la situación social mundial 2005 , también apuntaba a la desigualdad persistente y creciente a nivel mundial. Las desigualdades en la distribución del ingreso y de oportunidades no sólo persistían, sino que muchas veces empeoraban. El estudio mencionaba a Brasil como el país con el mayor abismo entre ricos y pobres de América Latina. Según el informe, en aquel país el ingreso per cápita del 10% más rico equivalía a 32 veces el del 40% más pobre. En el país de mayor equilibrio, Uruguay, la proporción era del 8,8%.

Asimismo, el informe destacaba el abismo existente entre las economías formales e informales; la brecha cada vez mayor entre los trabajadores calificados y los no calificados; las disparidades crecientes en áreas esenciales, como la salud y la educación, así como en las oportunidades de participación social, económica y política.

Resultados

Aunque los Objetivos del Milenio no hayan sido alcanzados en su plenitud, el balance divulgado a mediados de 2015 por las Naciones Unidas muestra que hubo avances significativos en todos ellos, gracias a medidas de cuño social adoptadas en los varios países –especialmente latinoamericanos– en los últimos diez años. Los principales resultados:

1) El objetivo fue alcanzado. El número de personas viviendo en la extrema pobreza cayó para menos de la mitad en todo el mundo, de 1,9 billones a 836 millones en 2015. En los países subdesarrollados, el porcentaje de la población en situación de penuria bajó de 47% en 1990 a 15% en 2015

2) El acceso a la escuela no fue plenamente alcanzado, pero el porcentual de niños matriculados en la escuela fundamental creció de 83% a 91% en los últimos 15 años. El mayor salto ocurrió en el África sub-sahariana, donde la escolaridad de la población infantil pasó de 60% a 80% en ese período.

3) Las mujeres aún encuentran menos oportunidades que los hombres en la vida en sociedad, pero consiguieron avances importantes. Ellas ocupaban 35% de los puestos de trabajo asalariado en 1990 y hoy ocupan 41%. En el sureste asiático, había 74 niñas matriculadas en la escuela fundamental para cada grupo de 100 niños en 1990, en 2015, las alumnas ahora son más numerosas que los alumnos, en la proporción de 103 para 100. En 90% de los países, la representación femenina en los parlamentos viene creciendo desde 1995.

4) La mortalidad de niños por debajo de 5 años no llegó a la reducción deseada (de dos tercios), pero cayó sustancialmente, de 12,7 millones en 1990 a 6 millones en el 2015. El porcentaje de niños que recibieron vacuna contra el sarampión creció de 73% en el 2000 a 84% en el 2013, lo que hizo que el número de casos de la enfermedad declinara 67% en todo el mundo en ese período.

5) La reducción de la mortalidad materna en el parto fue de 45% entre 1990 y 2013, un resultado importante, aunque por debajo de la meta fijada, que era de 75%. El porcentaje de nacimientos asistidos por profesionales de la salud creció en 59% en 1990 a 71% en 2014. Cerca de 64% de las mujeres en edad fértil (de 15 a 49 años) pasaron a tener acceso a métodos anticonceptivos, contra 55% en 1990.

6) El número de nuevos casos de SIDA cayó entre 2000 y 2013 – de 3,5 millones a 2,1 millones. Los casos de malaria retrocedieron 37% de 2000 a 2015 y el índice de mortalidad de la enfermedad retrocedió 58% en ese período. La mortalidad en los casos de tuberculosis cayó 43% entre el 2000 y 2013.

7) El acceso al agua potable, que era posible a 76% de la población mundial en 1990, hoy llega a 91% de las familias. El acceso al agua potable mejoró en 147 países, mientras que 95 países cumplieron la meta de saneamiento básico propuesta y 77 países consiguieron avanzar en estos dos asuntos. La proporción de la población urbana viviendo en favelas cayó de 39,4% en el 2000 para 29,7% en el 2014. Las áreas terrestres y marinas bajo protección ambiental crecieron sustancialmente en todo el mundo –en América Latina y el Caribe ellas pasaron de 8,8% del territorio total para 23,4% entre 1990 y 2014–.

8) La ayuda financiera para países en desarrollo creció 66% entre el 2000 y 2014, pasando de US$ 81 mil millones para US$ 135 mil millones. El acceso a internet pasó de 6% de la población mundial en el 2000 para 43% en el 2015. El número de celulares creció de 738 millones para 7 mil millones en este mismo período. 

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Enrique Iglesias, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID); Celso Amorim, ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, y Bharrat Jagdeo, presidente de Guyana, participan de la sesión inaugural del Seminario Internacional Promoción de Consenso Político para la Implementación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en América Latina y el Caribe, en El Palacio de Itamaraty, Brasilia, en noviembre de 2003 (Victor Soares/Abr)

Cuadros Estadísticos

 

por admin Conteúdo atualizado em 20/05/2017 18:34