Uruguay, Movimientos sociales en

En las pautas de organización de la socie­dad civil uruguaya, los movimientos sociales merecen un destaque especial. En primer lugar, habría que resaltar el impacto del movimiento sindical uruguayo, que históricamente ha jugado un papel de “sobrerrepresentación” del movimiento popular en su conjunto, papel confirmado en ocasión de la huelga general contra el golpe de Estado de junio de 1973. Con las primeras organizaciones sindicales ya desplegadas durante la segunda mitad del siglo XIX, el movimiento sindical uruguayo ostenta una historia muy rica, con los hitos de la conformación de sus principales centrales: la FORU de inspiración anarquista de 1905, la USU socialista y anarcosindicalista de 1923, la CGTU de orientación comunista de 1929, hasta el proceso de unificación sindical que culminó con la fundación de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT) y la convocatoria al histórico Congreso del Pueblo de 1965 o el surgimiento del Plenario Intersindical de Trabajadores en el marco de la lucha contra la dictadura, que luego habilitaría la sigla PIT-CNT como representativa de la unidad sindical.

Características

Durante esa larga trayectoria ya sesquicentenaria, el movimiento sindical uruguayo ha desarrollado una serie de rasgos estructurales persistentes. Son, entre otros, la falta de un referente claro en una clase obrera fuerte, expresión de un país con industrialización débil, lo que se ha acentuado en los últimos tiempos; una fuerte autonomía respecto a todo intento de cooptación o influencia por parte del Estado; la ya referida “sobrerrepresentación” del campo de las organizaciones populares; una histórica integración equilibrada entre funcionarios públicos y privados, que en los últimos veinte años se ha distorsionado fuertemente en función de los cambios profundos ocurridos en el mercado laboral, lo que ha terminado por afirmar un gran desequilibrio en la tasa de sindicalización de los trabajadores del sector público respecto a los privados; una relación privilegiada con la izquierda política, que está puesta en juego en sus márgenes de autonomía en los momentos de acceso de esta última al ejercicio del gobierno nacional; una dualidad táctica y también estratégica entre un discurso globalizante que afirma la necesidad de cambios revolucionarios y una práctica muy aceitada como hábil negociador y también mediador ante los conflictos concretos y más coyunturales.

Actor decisivo en la lucha contra la dictadura y en la resistencia a las reformas liberales intentadas en los últimos años, el movimiento sindical uruguayo, como tantos otros del continente, se encuentra actualmente ante una coyuntura especialmente desafiante. Se impone reseñar algunos factores de esa exigencia de transformaciones: la reformulación entre sindicalismo de Estado y de mercado, producto de los cambios económicos y sociales de matriz planetaria de los últimos años, exige nuevos marcos de negociación y mediación. En el mismo sentido, se imponen también innovaciones relevantes en lo que se refiere a pautas de acción colectiva y enlaces con las nuevas identidades societales emergentes (“grupos intensos”, “protestas multitudinarias” y “espontáneas”, franjas de población pauperizadas y desorganizadas, etc.); la invención de equilibrios renovados en las viejas tensiones entre uniformidad y diversidad, entre la representación de lógicas de producción y lógicas de bienestar; los requerimientos de la descentralización en el marco de un país tan centrado en Montevideo, cómo recombinar los vínculos de integración y la lucha cada vez más trascendente por la opinión pública y el apoyo de la ciudadanía en sus reclamos; las nuevas exigencias en el relacionamiento con una izquierda gobernante; los crecientes requerimientos de acopio técnico para una defensa más consistente de sus reivindicaciones y las estrategias nuevas de comunicación de masas y de formación de cuadros; la necesidad de expandir la tasa de sindicalización (en baja) hacia la recuperación de trabajadores en especial en el sector privado y en áreas (como la rural) en las que históricamente ha tenido poco peso; entre muchas otras.

El nuevo contexto dado por el acceso del gobierno de izquierda al gobierno nacional encuentra al PIT-CNT procesando muchas de estas transformaciones, y a la vez como actor relevante. La central ha obtenido ya en los primeros momentos del nuevo gobierno su primer reclamo: la restauración de la negociación colectiva entre empresarios y trabajadores, dejada de lado por decisión gubernamental apoyada por aquellos desde 1991, sin que mediara cambio de ley, en el marco de una desregulación de hecho de las relaciones laborales. Sabedores de que la prioridad del nuevo gobierno no puede estar dirigida a ellos, en una sociedad con desempleo todavía muy alto y un tercio de la población por debajo de la línea de pobreza, los dirigentes sindicales actuales buscan consolidar renovaciones internas pero sin perder protagonismo y autonomía frente al nuevo gobierno, conformado en varios casos por figuras provenientes de sus filas.

Otros movimientos

Trayectorias similares y desafíos contemporáneos presentan otros movimientos populares de relevancia para el país. Por ejemplo, el movimiento estudiantil, con la Federación de Estudiantes Universitarios (FEUU) –fundada en 1929 y protagonista destacada en las luchas contra la dictadura cívico-militar a la que combatió a comienzos de los años 80–, y con la fundación de la Asociación Social y Cultural de Estudiantes de Enseñanza Pública (Asceep), que luego reunificaría al movimiento bajo la sigla Asceep-FEUU.

Ha surgido también, acicateado por la lucha contra la dictadura, un amplio espectro de organizaciones no gubernamentales, de organismos de derechos humanos, de organizaciones cooperativas, de asociaciones de base territorial, de movimientos feministas, en el marco de una red organizativa fuerte y nutrida, todo lo que proyecta una sociedad civil con perfiles de crecimiento. Debe señalarse por último que a los representantes del movimiento sindical le ha correspondido un papel central en la animación de la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur, fundada en 1986 y, luego de la fundación del Mercosur, en las acciones del Foro Consultivo Económico y Social (con participación efectiva también de empresarios y organizaciones del tercer sector), en defensa de una democratización y profundización de un proceso de integración regional de perfil más social y efectivo como bloque internacional.

por admin Conteúdo atualizado em 15/05/2017 22:06